martes, octubre 05, 2004

Los sobrinos de satanás en segundo grado



WOLF EYES.
FUCK THE OLD MIAMI 3" CDR
Chodritic Sound 2003.

Los terroristas del sonido más macarras de Norteamérica entregan otra pieza de su raro y esquizofrénico universo. Poco que decir de una banda cuya historia no alcanza para un solo párrafo pero que cuya discografía nos llevaría más de cinco páginas: así es, publican por año una cantidad obscena de vinilos, cassettes y CDR´S que un servidor se ha dedicado a recolectar. Fuck The Old Miami es un disquito de 3" de veinte minutos con once segundos grabado en una presentación en Detroit que por lo que se puede percibir no ha quedado títere con cabeza entre el publico. Lo cierto es que Wolf Eyes son como los hijos de S.P.K. y Throbbing Gristle adictos a las drogas duras y a las budweiser, puro white trash de Norteamérica jugando al ruidísmo extremo, vaya, que hasta a Merzbow le sangrarían los putos oidos. En esta Web les amamos y como agradecimiento a nuestros lectores ponemos a su disposición copias de este tremendo documento sonoro. También Tenemos para el disfrute personal de los amantes de la cacofonía los tremendos Asylum Tapes 1 & 2 (Ambos en American Tapes) Editados en formato de 3" y envueltos en un prodigioso packaging hecho de cartón, papel y pintura en aerosol. Todos son ediciones limitadísimas. No se dejen engañar ¡Nosotros somos los distribuidores oficiales de Wolf Eyes en México!

Cantando tangas.


Cantando tangas.
Originally uploaded by Jose Angel.
ANIMAL COLLECTIVE.
SUNG TONGS.
FAT CAT 2004.

Nueva York está que arde. Y es que en los últimos años sus coladeras se han venido destapando y ahora toda esa efervescencia contenida sale a la superficie. Tres ejemplos de ello podrían ser The No Neck Blues Band, Black Dice y ahora estos Animal Collective. Gestados en Maryland pero afincados en Nueva York desde hace algún tiempo, el colectivo ha venido dando su visión de metafolk psicodélico desde hace ya cinco discos ( seis con este Sung Tongs ) todos ellos motivo de cacería y escucha atenta, se diría indispensables para testificar esa renovación de la música subterránea norteamericana. Su anterior disco Here Comes The Indian (Carpark 2003) un prodigio de rock cósmico, minimalista y delirante había puesto las expectativas muy alto ¿con qué chaladura tomaría revancha el colectivo animal? La respuesta es Sung Tongs su disco debut en una de las major labels mejor paradas y con más credibilidad en Inglaterra: Fat Cat, el sello ingles ya les había reeditado el año pasado por partida doble Spirit They´re Gone, Spirit They´re Vanished (Animal 2000) y Danse Manatee (Catsup Plate 2001) en un doble CD a precio de uno para darles la distribución que merecían. Ya no será necesario dejar el culo empeñado para conseguir esos discos, aunque de todos modos habrá que pagar muchos pesos para hacerse acreedor de Hollinndagain un vinilo limitado a 300 copias que les captura en vivo y certifica el espíritu desmadroso y dadaísta del grupo. Sung Tongs se compone de doce cortes en los que se percibe la conciencia de la música como una energía espiritual, un arte libre y curativo cuya estructura funciona más como colectivo que como grupo de rock. Avey Tare, Panda Bear, The Geologist y Conrad Deakin miembros honorarios del colectivo, tejen una decena de melodías cimentadas sobre un sonido folk electroacústico, a veces naïf y otras veces meramente aterrador, sus delirios vocales recuerdan a unos The Danielson Famile excéntricos. Sus letras meramente abstractas, psicodélicas y bucólicas están armadas de frases simples, mantras y simpáticas onomatopeyas (impagable el puto "meow meow" final de Leaf House). Su sonido, a dos pasos de ser irreferenciable, apenas puede compararse lejanamente al del Syd Barret más descerebrado o a unos incipientes Mercury Rev que por un exceso de antidepresivos ya no saben ni donde tiene la cabeza puesta; vaya pues, son casi únicos. No queda más que dejarse sumergir en los colchones sonoros del disco, en esas guitarras acústicas que se hunden entre ruidismo electrónico y percusión arkestral, esas voces de falsete chillante, el mantra vocal religioso y los aplausos calan hasta los huesos; hay que dejarse seducir por esa profunda emoción de despiertan cortes como la casi religiosa Winters Love o escuchar lo más cercano a como sonaría una fogata de un campamento de verano beatnik en "Who Could Win A Rabbit". Mucha atención también a su guiño a The Beach Boys en "College" o a la dulzura irresistible de "The Softest Voice" la canción más bonita de largo, parece una nana celestial para dormir hadas. Un disco generoso y extraordinario, con sus posos llenos de magia y fantasía. Lo dicho: Nueva York está que arde, y con Animal Collective está que explota. In-dis-pen-sa-ble.

TERRESTIAL TONE-HEAD

TERRESTRIAL TONES.
BLASTED.
Psych-o-Path Records.

Antes de empezar a hablar de la música de Terrestrial Tones cabe aclarar que escuché el disco diez veces seguidas antes de emitir cualquier barbaridad. Por aquello de que en los caminos del post, el ruidísmo y la vanguardia confundir trigo con heno es más fácil de lo que uno imagina. T.T. son el último grito de esa Norteamérica post- todo. Irreferenciables, fascinantes y poliédricos como los grupos que les anteceden: Amps for Christ, Black Dice, Out Hud, Animal Collective y demás colectivos descerebrados empeñados en devolver a la música su carácter curativo y democrático a golpe de ruidísmo, primitivismo moderno y psicodelia. Aquí mencionamos esas bandas porque T.T. son algo así como los hijos putativos de dos de ellas: Black Dice y Animal Collective; Para ser más precisos Eric Copeland de los primeros y Avey Tare de los segundos. Blasted, el debut del grupo, se ha prensado en vinilo de doce pulgadas y se ha limitado a quinientas copias. Incluye en su portada un sticker que relaciona su sonido con el de unos primeros Faust, Throbbing Gristle y Dat Politics, algo tienen de los primeros pero más tienen de los segundos, enamorados de la electrónica orgánica y rasposa y ese mero dadaísmo a lo bestia con el que visten sus composiciones (¿Alguien dijo canciones?) de su debut. Un disco ampuloso que sorprende a propios y extraños en sus once cortes repartidos a ambos lados del acetato. Comienzan una primera parte (lado A) buscando rugosidades, utilizando los instrumentos (inclasificables) buscando más vibraciones que notas, se acolchonan en drones muy densos y ruido, a esta altura no se les detecta ritmo pero si pulso, esa percusión no métrica. Cuatro piezas del primer lado en la que sin duda sobresale el largo desarrollo de “Heavy Angel” puro pulso y ruido seco o algo así como el relevo generacional del inmarchitable “discipline” de Throbbing Gristle. Del otro lado del disco (lado B) se olvidan del pulso y toman el ritmo. Abren con #6 que avisa más o menos por donde van los tiros: percusión esquizofrenica, igual arkestral que John Cage, igual Cage que trallazos a lo T.G., Igual T.G. que un largo track “kraut-drone-house-no-sé-que-cosa” que parece hecha por unos músicos que en lugar de usar sus manos usan muñones para componer. Poco que agregar a un disco que se defiende mejor sobre el tornamesa. Mención honorífica para Psych-o-Path Records que tienen en Blasted de T.T. Su primera referencia y eso no es cualquier tontería. ¿En una palabra?: Imprescindible.