martes, octubre 05, 2004

Cantando tangas.


Cantando tangas.
Originally uploaded by Jose Angel.
ANIMAL COLLECTIVE.
SUNG TONGS.
FAT CAT 2004.

Nueva York está que arde. Y es que en los últimos años sus coladeras se han venido destapando y ahora toda esa efervescencia contenida sale a la superficie. Tres ejemplos de ello podrían ser The No Neck Blues Band, Black Dice y ahora estos Animal Collective. Gestados en Maryland pero afincados en Nueva York desde hace algún tiempo, el colectivo ha venido dando su visión de metafolk psicodélico desde hace ya cinco discos ( seis con este Sung Tongs ) todos ellos motivo de cacería y escucha atenta, se diría indispensables para testificar esa renovación de la música subterránea norteamericana. Su anterior disco Here Comes The Indian (Carpark 2003) un prodigio de rock cósmico, minimalista y delirante había puesto las expectativas muy alto ¿con qué chaladura tomaría revancha el colectivo animal? La respuesta es Sung Tongs su disco debut en una de las major labels mejor paradas y con más credibilidad en Inglaterra: Fat Cat, el sello ingles ya les había reeditado el año pasado por partida doble Spirit They´re Gone, Spirit They´re Vanished (Animal 2000) y Danse Manatee (Catsup Plate 2001) en un doble CD a precio de uno para darles la distribución que merecían. Ya no será necesario dejar el culo empeñado para conseguir esos discos, aunque de todos modos habrá que pagar muchos pesos para hacerse acreedor de Hollinndagain un vinilo limitado a 300 copias que les captura en vivo y certifica el espíritu desmadroso y dadaísta del grupo. Sung Tongs se compone de doce cortes en los que se percibe la conciencia de la música como una energía espiritual, un arte libre y curativo cuya estructura funciona más como colectivo que como grupo de rock. Avey Tare, Panda Bear, The Geologist y Conrad Deakin miembros honorarios del colectivo, tejen una decena de melodías cimentadas sobre un sonido folk electroacústico, a veces naïf y otras veces meramente aterrador, sus delirios vocales recuerdan a unos The Danielson Famile excéntricos. Sus letras meramente abstractas, psicodélicas y bucólicas están armadas de frases simples, mantras y simpáticas onomatopeyas (impagable el puto "meow meow" final de Leaf House). Su sonido, a dos pasos de ser irreferenciable, apenas puede compararse lejanamente al del Syd Barret más descerebrado o a unos incipientes Mercury Rev que por un exceso de antidepresivos ya no saben ni donde tiene la cabeza puesta; vaya pues, son casi únicos. No queda más que dejarse sumergir en los colchones sonoros del disco, en esas guitarras acústicas que se hunden entre ruidismo electrónico y percusión arkestral, esas voces de falsete chillante, el mantra vocal religioso y los aplausos calan hasta los huesos; hay que dejarse seducir por esa profunda emoción de despiertan cortes como la casi religiosa Winters Love o escuchar lo más cercano a como sonaría una fogata de un campamento de verano beatnik en "Who Could Win A Rabbit". Mucha atención también a su guiño a The Beach Boys en "College" o a la dulzura irresistible de "The Softest Voice" la canción más bonita de largo, parece una nana celestial para dormir hadas. Un disco generoso y extraordinario, con sus posos llenos de magia y fantasía. Lo dicho: Nueva York está que arde, y con Animal Collective está que explota. In-dis-pen-sa-ble.

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