lunes, mayo 30, 2005
Los Planetas/ 20 de mayo 2005. Ciudad de México.
Hay quien dice que si se desea algo con suficiente fuerza aquello podría llegar a materializarse. Ya éramos miles los que deseábamos la oportunidad de disfrutar de un directo de Los Planetas en este país, pero cada que alguna persona albergaba al menos la mínima ilusión todo parecía desvanecerse e irse a la mierda. Lo cierto es que la espera ha valido la pena y aquello no puede compararse en nada con la ansiedad y emoción que sentimos muchos frente al escenario esperando que Jota, Florent y compañía abrieran viejas cicatrices emocionales. Aquello que prometía ser un concierto memorable resultó ser un concierto arrebatador. Apenas se distinguía la figura de Florent sobre el escenario haciendo ruido con su guitarra y ya nos tenían en le bolsillo, Cuando Jota y compañía se apoderaron del escenario ya todo estaba dicho. No sabemos aún si aquello fue un concierto más o un concierto increíble, lo que sí es que para todos los fans aquello fue lo único, jamás se les había visto en las tablas en nuestro país y con unas canciones así, tan grandes, también es muy difícil quedar mal en el escenario. Así pues el grupo más importante que ha dado España en la ultima década dio un concierto de esos que se te impregnan en los huesos, intercalando material oscuro de su discografía con hits rotundos y definitivos surgidos del confundido corazón de Jota, y es que, como dicen en rockdelux, entre los 18 y los 28 años la única banda que podría hacer una cartografía emocional acertada bien podrían ser Los Planetas. No sé a los demás pero a mi canciones como “Corrientes circulares en el tiempo” me supieron gloriosas y otras como “Santos que yo te pinté” me han parecido perturbadores y afectadas. En lo personal hubo dos momentos en los que estuve a punto de romper en llanto embargado por la emoción, el primer momento fue “Parte de lo que me debes” una declaración de derrota emotiva con una bandera blanca manchada de sangre (“Ahora pienso en lo estúpido que fui, las fuerzas que gasté, el tiempo que perdí”). Otro momento fue “Segundo Premio” la mejor canción que se ha escrito en castellano sobre ser abandonado (“Que vengas a explicar que todo ha terminado, que tengas que decir que no me quieres ver. Es imposible que hayas olvidado lo que los dos podíamos hacer”). La única pega: la imperdonable ausencia de clásicos como “la playa”, “Que puedo hacer” y “un buen día”. Busquen en el diccionario el significado de la palabra “Privilegio” y tendrán una idea de lo que estoy hablando.
Chicks On Speed no deja la coartada arty ni por un segundo. Ofrecieron una exclusiva e improvisada rueda de prensa el jueves 26 de mayo por la tarde en el Rioma. Llegaron como si vinieran de un animal party con Chris Farley y aquello parecía un alter para repartir las migajas de cocaína. Allí nos dimos cita Rafael Villegas y yo dispuestos a sacar algún material interesante, aunque estuvimos de acuerdo en que hubiera sido mucho más gratificante entrevistar a sus super producers; lo pero del asunto fue para variar la desinformación de la mayoría de los periodistas, algunos incluso incapaces de hilar una frase coherente en inglés y otros ahorrando neuronas para no complicarse la vida demasiado ¿sabrían quienes son Chicks On Speed? Hubiera resultado todo eso un desastre mayúsculo si Rafa, Melisa y yo no hubieramos indagado sobre el posicionamiento feminista de C.O.S. Su idea de la música como valor desechable y la relación de las chicas con un dreamteam de la electrónica global. Apenas veinte estériles minutos de la grabadora digital y la mueca de una de ellas pidiendo una “last question?” Si, yo tengo una ¿Cómo les gustan los chicos? A lo que la Chick más comprometida socialmente contesta: “a mi no me gustan los chicos, sino las chicas”. Voy por otro trago.
Chicks On Speed @ The Pleasure Room. 28 mayo 2005.
Increíble que detengan el auto de Rafa para una revisión por parte de la P.F.P. Nos revisan junto con el coche esperando encontrar no sé qué, ha sido una suerte haber dejado mi pipa con chronic en casa. Al llegar al Pleasure Room los problemas empiezan desde la entrada, no aparece la lista de invitados y cuando aparece una tremenda confusión casi nos deja afuera. Al final aparece mi nombre en una segunda lista y después de una llamada (¡gracias Naomi Palovits!) logramos entrar Rafa, Melisa, Gabs, Llinás y yo. Llegamos como siempre a exigir tragos y a mendigar tabaco entre la gente. La única pega: Llinás se siente mal y tiene que volver a casa para descansar, mala cosa. En lo que aparecían Chicks On Speed me la pasé viéndole las nalgas a Fabiola Campomanes que está más buena en vivo que en televisión, mientras que Cecilia Suárez podría pasar desapercibida incluso en plaza percicentro. Para cuando Chicks On Speed salió ya estaba yo bastante pedo y aquello fue como casi todo lo mundo que las conociese esperaba que fuera: la enésima vuelta de tuerca al dance trash contemporáneo, vestuario imposible, actitud arty, ráfagas de beats y cuchufleta electrónica, usando pista y embarrándolas de sonidos incidentales, por allí un theremin óptico, por allá una groovebox destartalada y el caos visual como excusa escénica, lo de las proyecciones con video-arte(¿) funcionó. Al hit definitivo “We don´t play guitars” le faltó colmillo, pero “End of the century” sonó como una orquesta de sacapuntas eléctricos y puso a bailar al más almidonado. Si, falto passion y sobró fashion, pero con todo, la presentación de las Chicks On Speed en esta ciudad resultó un suceso afortunado.
martes, mayo 24, 2005
Florent, José Ángel y Bannin.
En Resistron 5000 no paramos de reventar hasta decir basta. Para celebrar que el público nos sigue pidiendo a gritos para amenizar sus absurdas vidas clasemedieras hacemos ready-mades partys por doquier. Estamos celebrando absurdos cien comments en el post de "San Juán De La Cruz" para quién no lo sepa aún, el fragmento incluido en ese post pertenece a una canción del enorme grupo granadino Los Planetas. Así qué, después de recibir la amarga noticia de que este blog vuelve a las andadas, le llamé a Florent y Bannin (Si, de Los Planetas) para celebrar en un lujoso hotel de este ciudad. Amigos, si, eso que están pensando es cierto, Balmori ya és de culto.
lunes, mayo 02, 2005
¨Un camino de torturas y de sufrimiento
que me ha traído donde ahora sigo muerto,
rezando para que alguien me levante del suelo,
donde estoy abandonado.
Así que te pedí lo menos y no quisiste darme nada
y ahora que ya no te quiero, me llamas, me llamas ...¨
En este blog hemos decidido mandar todo a la mierda, solo San Juán De La Cruz podrá hacernos volver a la vida. Si este posting no recibe al menos 100 comments con argumentos del por qué no deberiamos tirar la toalla reconsideraremos nuestra posición. Si no, como diría Gabs.. SALAVER!!!
Ya lo decía Sonic Boom, la experiencia psicodélica es imposible sin drogas. Afirmación veraz si tomamos en cuenta que la psicodélia es más una manera de ver la vida que un simple género musical. Aún con esta hipótesis a cuestas, el concepto sigue siendo difícil de definir y personalmente creo que esto se debe a ciertas concepciones del arte o la expresión que responden a una cultura popular de occidente que quiere o intenta expandir su tolerancia de la manera más atroz y políticamente correcta posible. Si bien la cultura pop intenta expandir un discurso más o menos predecible y ordena sus conceptos a manera de que estos puedan llegar a tener un impacto más inmediato y digerible para la gente la psicodélia invita a un conocimiento más personal e indefinido, es decir, mientras el pop se exterioriza y crece hacia fuera la psicodélia explota hacia adentro e invita a un viaje personal y sorpresivo, invita al descubrimiento y la autoexploración. Hagamos a un lado los nuevos planos de conciencia y todas esas mamadas de jipitecas y estudiantes de filología Inglesa, decir que fumar mota y escuchar a Pink Floyd es una experiencia psicodélica es decir una barbaridad tan o más vulgar que ir a tomar café al Starbucks. Aquí no se confunden los conceptos, más bien se deconstruyen, se descontextualizan y se desdoblan. No creo que haya ningún patrón definido para la experiencia psicodélica, creo que en todo caso dependerá de quien se atreva a experimentarlo. En lo personal mis experiencias dependen de la hora del día, el tipo y la cantidad de droga que esté en mi cuerpo, el lugar, la temperatura, la posición de los astros, el nivel de densidad espiritual en mi habitación y mis creencias religiosas en el momento. Recuerdo un mal viaje de ácido que tuve una noche en la carretera una noche en Tuxtepec, Oaxaca. Caminaba al borde de la carretera y estaba rodado de una negritud tan profunda como el petróleo y unos árboles tan largos y negros como los dedos de un pianista de jazz. Allí estaba yo caminando casi cagado de miedo y me detuve porque tuve la impresión de que si daba seis pasos exactos más el demonio iba a brincar desde un árbol e iba pararse justo enfrente de mi. Todo esto pasaba mientras escuchaba en el discman ·Seadrum· de The Boredoms, esos frenéticos tamborazos y la posesa voz de Yoshimi P. Wee (émula en ese momento de la gran Patty Waters pero en overdose de mota). Cuando llegué al punto al que no quería llegar una sombra saltó de entre los árboles y yo creo que me desmayé. Amanecí en mi cómoda e iluminada recámara oaxaqueña. Todavía no sé si aquello realmente sucedió o si sucedió de esa forma exacta, pero juro que aquello me dio tanto miedo que si hubiera sido yo Mariana Levy me hubieran dado como 40 000 infartos. Justamente a eso le llamo experiencia psicodélica.
P.D. Este texto incluye una foto de mi ex novia Abi.
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